Es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema
es mundial y su frecuencia está aumentando a un ritmo alarmante.
Definimos el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
Es un tema muy preocupante, ya que los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer enfermedades no transmisibles a edades más tempranas, como la diabetes, o las enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo podemos diagnosticarla?
La obesidad infantil se define en función de los valores del índice de masa corporal (IMC) referidos a cada edad y sexo. El IMC es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla. Se calcula dividiendo el peso de una persona (en kilos) por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). El dato que se obtenga debe compararse con “las tablas de la Fundación Fautino Orbegozo”, que os adjunto. En estas tablas se considera que el niño tiene sobrepeso si su IMC se sitúa entre los percentiles 90 y 97 en relación a su edad y sexo, y obesidad si supera el percentil 97, también según su sexo y edad.
¿Cuáles son las causas del
sobrepeso y de la obesidad en la infancia?
Las causas de
la obesidad en la infancia son muy variadas y están influidas tanto por factores
genéticos como por factores ambientales.
Los principales
factores ambientales asociados a la obesidad están ligados al cambio en los
hábitos alimentarios (aumento del consumo de alimentos hipercalóricos, con
abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros
micronutrientes saludables) y a la disminución de la actividad física que se
viene observando a lo largo de los años a estas edades.
Se trata por tanto de un desequilibrio
entre la ingesta calórica (lo que se come) y la actividad física (el gasto
calórico o lo que se quema).
La obesidad
también puede ser secundaria a la utilización de ciertos medicamentos (el
tratamiento con corticoides, con fármacos antipsicóticos y algunos
antiepilépticos) y a algunas enfermedades poco frecuentes como el
hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing, el déficit de hormona de crecimiento y
el daño hipotalámico, entre otras.
¿Qué podemos hacer para
luchar contra la epidemia de obesidad infantil?
La prevención
es la opción más viable para poner freno a la epidemia de obesidad infantil. El
objetivo de la lucha contra la epidemia de obesidad infantil consiste en lograr
un equilibrio calórico que se mantenga a lo largo de toda la vida.
Al
contrario que la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no
pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen.
Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a
largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente es muy importante que la
familia se involucre en este cambio de hábitos de vida, procurando realizar las
principales comidas juntos cuando sea posible, y participando en los deportes y
otras actividades con el niño.
Cuando el niño es obeso, es conveniente acudir a un profesional, ya sea un nutricionista o un pediatra, que ponga las pautas adecuadas. Normalmente evitaremos poner a un niño pequeño a dieta, es muy traumático para él, ya que no entiende porque él debe estar a dieta, y sus hermanos o sus amigos no.
Los objetivos en el tratamiento de la
obesidad infantil deben establecerse a
largo plazo, ya que es conveniente que la pérdida de peso sea lenta y
progresiva. Además de eliminar el sobrepeso, perseguiremos establecer
un estilo de vida saludable, basado en una alimentación equilibrada y la
práctica de ejercicio físico.